- Suffragettes es el nombre con el que se conocía a las sufragistas británicas de comienzos del siglo XX
- La palabra surgió como un insulto, pero ellas cambiaron su significado
- Deeds, Not Words fue el lema con el que comenzaron sus movilizaciones y se volvió un ícono de revolución social
Las sufragistas es como se le denominó a un grupo de mujeres inglesas de comienzos del siglo XX, ellas comenzaron a difundir el mensaje de hechos, no palabras. En los registros que permanecen en la actualidad se puede ver que se congregaban en multitudes de las calles principales de Inglaterra para difundir su mensaje.
Entre las actividades que realizaron destacan las huelgas de hambre, además cada que la autoridad las detenía ellas y dejaban nuevas formas para continuar difundiendo sus peticiones, por ejemplo comenzaron a defenderse con técnicas de jiu-jitsu.
Para la sociedad de aquella época, estas mujeres se veían como seres demoniacos o que estaban fuera de sus cabales, pues se les presentaba como mujeres con poca higiene, con narices prominentes y con verrugas, que así como tenemos en la actualidad el estereotipo de las brujas. Con esto se buscaba que no se apoyara en su lucha.
En 1912, Christabel Pankhurst fundó The Suffragette, un periódico en el que se divulgaba la actualidad feminista y con el que hacía frente a los periódicos más conservadores de la época. Muchas fueron las mujeres que se involucraron en el desarrollo de este tipo de prensa.
En la Biblioteca Británica, The British Newspaper Archive recoge dieciséis publicaciones periódicas dedicadas a la promoción del sufragismo desde finales del siglo XIX hasta casi la mitad del XX.
The Conversation
El término “sufragista” fue utilizado por primera vez en 1906 por Charles E. Hands, un reportero del Daily Mail de Londres, como un término burlón para describir a las activistas del movimiento sufragista femenino.
Las sufragistas británicas inventaron, en definitiva, el marketing político moderno. Consiguieron llegar a las vidas de mujeres de toda procedencia y condición, que se lanzaron a las calles y se involucraron en numerosas acciones para exigir sus derechos. Con sus pancartas, colores distintivos y todo tipo de atavíos nunca pasaron desapercibidas.
No estaban solas. Pronto se fueron sumando las amas de casa y las que trabajaban en los puestos y mercadillos de la ciudad. Habían conseguido lugares en los que reunirse, en los que leer y en los que poder organizarse. Fue así como muchas mujeres dejaron de comerciar con comida y flores para vender ideas y revolución.
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Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914, se suspendió el movimiento sufragista. Después de la guerra, la Ley de Representación del Pueblo de 1918 otorgó derechos de voto a las mujeres mayores de 30 años que cumplieron con ciertos requisitos de propiedad. Diez años después, las mujeres lograron la igualdad electoral con los hombres cuando la Ley de Representantes del Pueblo (Igualdad de Sufragio) de 1928 otorgó a todas las mujeres el derecho al voto a los 21 años.
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