- La pandemia motivó las compras en línea
- El incremento de las compras en línea aceleró el cambio en muchos negocios
- Ha representado un reto en materia de confianza y seguridad
La pandemia por COVID-19 generó en casi todo el mundo una situación financiera preocupante. Supuso la peor caída del PIB a nivel global desde la Segunda Guerra Mundial. Miles fueron los comercios que cerraron sus puertas en la primera etapa de la enfermedad, cuando las medidas aplicadas por el gobierno incluían el cierre de actividades y negocios no esenciales.
2021 fue un año en que tuvimos que enfrentarnos a esa caída econónica con medidas que trataron de reactivar la economía y el consumo. Ante las adversidades, empresarios de toda clase tuvieron la necesidad de adaptar sus negocios a las nuevas exigencias. El comercio electrónico fue la opción más usada por los dueños de negocios.
El comercio electrónico vivió un despegue durante los últimos dos años sin precedentes. La pandemia a la que nos enfrentamos potenció este tipo de intercambios. Las inversiones desde plataformas digitales también se vieron favorecidas.
En México, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), se observó un incremento en el comercio en línea de 81% en 2020 con respecto a 2019. Lo que implica una aceleración de las tendencias que ya se observaban en años anteriores. Esto significa que no se trata solo de un cambio temporal debido al confinamiento.
La pandemia creó las condiciones necesarias para que se diera una modificación sustancial en los modos de comprar una gran cantidad de productos y servicios. Aun con la vuelta al comercio presencial, el que la mayoría de la población haya tenido la experiencia de realizar compras en línea ha conducido a un cambio de hábitos de compra en los consumidores.
Muchos han optado por volver este método de compra uno de sus hábitos permanentes. Es por eso que muchas fueron las tiendas que decidieron dar un giro hacia la virtualidad y que hasta hoy día se mantienen en esa línea. Como tiendas departamentales, de autoservicio, giros especializados, restaurantes y hasta pequeños negocios han abierto sus opciones hacia el comercio electrónico.
La actividad en línea ha modificado los parámetros de la competitividad. En el pasado podría requerirse una gran superficie de exhibición para venta de electrónica o muebles. Ahora solo se necesita de un buen portal de internet en el cual el comprador pueda obtener los detalles que necesita para tomar una decisión de compra.
Pero esto ha suscitado cambios en las condiciones de la competencia. Ahora es más fácil que el consumidor compare precios, calidades, condiciones de entrega, garantías, entre otras. Esto vuelve la compra mucho más fácil que en circunstancias en donde debían visitar varias tiendas para encontrar la mejor oferta.
El comercio en línea abre nuevas oportunidades de negocio y competencia, también genera riesgos adicionales. En la época de pandemia se ha producido mayor actividad de fraudes en línea. En 2020 estos delitos crecieron un 40%.
Aún no sabemos lo que vendrá en la digitalización del comercio y los servicios en los años venideros, pero una realidad es que este tipo de intercambio llegó para quedarse.
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